14 abr 2013

*El tarrito de miel*

Esta historia comienza en un pequeño pueblo de cualquier ciudad del mundo.
Nuestra protagonista era una niña, poco importa la edad. Su casa estaba en el bosque, era blanca de rojos tejados, vivía feliz con sus padres. No tenía hermanos y para sus padres, era la niñita de sus ojos.
Era dulce, cariñosa y siempre estaba presta a ayudar a cualquiera que lo necesitase o se lo pidiese. Siempre tenía una palabra de ánimo y un abrazo para regalar.
Pero no todo eran alegrías en su vida, pues era muy sincera y solía decir lo que pensaba, les gustase o no a los demás, esto a veces agradaba o no, dependía del valor que le diera la persona a la que se lo decía. Por tanto había quien sabía valorarlo y quien no, y esto la acarreaba más de un problemilla.
Pese a los esfuerzos de sus padres porque comiese de todo, y probase sabores nuevos y distintos, ella era incapaz de comer otra cosa que no fuesen frutos amargos, pocas veces probó algo dulce y de sabor agradable.
Un día, llegó al pueblo un extraño, con el que la niña empezó a hablar y entabló enseguida una gran amistad al igual que con sus padres. El hombre se dio cuenta enseguida de lo inteligente y vivaz que era para su corta edad, hablaban de todo y las conversaciones se prolongaban largas horas.
Le llamó enseguida la atención de que la niña no comía nada que no fuesen sus frutos amargos, por más comida que la ofrecía, ella era reacia a probar bocado, aunque fuese el manjar más delicioso.
Una noche sentado a la mesa de la familia, se lo comentó a los padres y estos le contaron que siempre había sido así, que lo habían intentado todo, pero que había sido del todo imposible. El les preguntó que si podía probar algo distinto con ella y ellos accedieron con gusto.
A la mañana siguiente, el extraño se presentó en la casa, y llevaba en sus manos algo envuelto. La niña al verle, salió enseguida corriendo a recibirlo con su habitual sonrisa y reparó en lo que el hombre llevaba medio escondido. Qué es eso? Preguntó llena de curiosidad.
Esto es un regalo para ti, le contestó el hombre.
Se sentaron todos en torno a la mesa. El extraño fue desenvolviendo el presente con sumo cuidado, intentando llamar toda la atención de la niña.
Quedó al descubierto un tarrito pequeño de cristal con una tapa dorada preciosa, que contenía una sustancia pastosa y de color oscuro. Se lo dio  a la niña y está sorprendida, empezó a examinarlo extrañada, preguntó al instante que era aquello y este contestó, es solo para ti.
Ábrelo, y la niña así lo hizo, ahora tienes que probarlo, la niña le miró extrañada, el hombre le volvió a decir, cierra los ojos, confía en mí, y esta accedió de mala gana.
El extraño mojó un dedo en la sustancia viscosa del tarrito y humedeció ligeramente los labios de la niña. Esta empezó a saborearlo con recelo al principio y enseguida sonrió complacida. Para sorpresa y alegría de todos pidió seguir probando.
Guardó su regalo como el mayor de los tesoros, pues para ella así era, lo llevaba con ella a todas partes, lo examinaba, tratando de averiguar que era aquello que tanto la gustaba y que la tenía tan maravillada. No sabía si era el color oscuro y transparente, si era el sabor tan dulce y maravilloso que la resultaba tan cautivador. De vez en cuando mojaba un dedito y lo comía con sumo placer, extrañada de cómo no había probado nunca algo así.
Ahora los frutos amargos que tanto conocía, la resultaban cada vez más difíciles de digerir y poco a poco los fue aborreciendo hasta no poder ni verlos ni olerlos.
Una tarde cuando volvía del colegio con su tarrito de miel, tan absorta iba con sus pensamientos que no se dio cuento de la piedra que había en el camino y tropezó. Al caer al suelo su querido regalo se rompió. Recogió los pedazos y los envolvió en un pañuelo.
Era incapaz de ver lo que hacía, pues las lágrimas resbalaban por sus mejillas sin poderlas controlar. Apenas si podía contar lo que había sucedido, mostraba a sus padres los trocitos de su adorado regalo. Estos la abrazaron con cariño, trataban de calmarla, pero su llanto era interminable.
El extraño llegó a la casa y escuchó el llanto de la pequeña, cuando vio lo que había sucedido, abrazó a la niña con cariño y con dulces palabras le dijo: Si dejas de llorar iremos a un lugar, te mostraré algo que es importante que veas.
Esta, una vez más,  abrió sus llorosos ojos y miró interrogante a su amigo, a donde vamos? Espera y verás.
La cogió de la mano y caminaron en silencio durante largo rato. Llegaron a un paseo en el que había tiendas a ambos lados de la calle. Pronto llegaron a una pequeña tienda que llamó la atención de la niña, algo era conocido, algo que le era muy familiar.
Entraron en la pequeña tienda, estaba muy limpia, con una luz tenue. Había estantes en todas las paredes y alguno de ellos llegaban hasta el techo, pero no fue eso lo que provocó de nuevo las lágrimas de la niña. Lloraba en silencio, miraba a su amigo, era incapaz de articular una sola palabra.
Los estantes estaban repletos de tarritos de miel, miles de ellos, los había de todos los tamaños y formas.
Su amigo, comprensivo, se deleitaba observando el rostro de la pequeña, y pronto la pregunto: bueno no vas a decir nada?
Esta respondió como pudo entre sollozos: esto es un sueño, nunca imaginé que pudiera haber tantos tarritos.
Su amigo, sonrió con cariño y mirando con dulzura la carita extasiada de la niña, dijo:
Has descubierto que hay sabores más dulces y agradables que los frutos amargos que hasta ahora has estado comiendo, pero como has comprobado, aunque un tarrito se rompa en mil pedazos, puedes si los buscas, encontrar miles de ellos y con una gran variedad donde elegir.
La niña ya no lloraba, la mueca de su cara se tornó en una gran sonrisa, esa sonrisa que tanto cautivaba a sus padres y que en su momento cautivó el corazón de su amigo.
Ahora se sentía plenamente feliz, pues sabía que por muchos tarritos que rompiese o perdiese, podría, si buscaba bien, encontrar y elegir el que más le gustase.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La moraleja de este cuento la eliges tú, yo solo he relatado y plasmado en papel, este pequeño cuento escrito para ti.