Esa niña que sonríe,
la que con su risa cautiva almas,
la de la mirada que traspasa, el aire,
como finas agujas invisibles.
Esa niña que tiembla
que espera, que se muerde los labios,
la que vive paraísos soñados
y susurra como el viento.
Esa niña que camina
con zapatos de plomo y de cristal,
que se desliza despacito
entre nubes de algodón.
Esa niña que sueña
con senderos tibios de ilusiones
con realidades ciertas
con pedacitos de corazón.
Esa niña que disfruta
con el sentimiento bien escrito
con el calor de un abrazo
con la inocencia de un niño.
Esa niña, es mi noche y mi aurora,
es canto que cada día brota.
Es mi llanto y mi ternura,
su pesar, mis alas rotas.
Su dolor, cicatriz en el alma
su alegría, mi existir.