Siempre he creído que estamos hechos de trocitos.
Trocitos de los padres, de hermanos, de primos, de amigos.
Por eso cuando alguien nos deja, un trocito de nosotros se nos va con esa
persona.
Nos
quedamos tristes, vacíos y añoramos lo que perdemos.
No recordamos lo que nos deja, su vida. Vida repleta de vivencias, algunas
buenas
y otras menos, pero suyas, nuestras, al final todo cuenta.
Y cuenta porque lloramos, porque nos reímos recordando, cuenta porque les
vemos en las pequeñas cosas cotidianas, cuenta porque les nombramos a
diario y de forma
cariñosa, cuenta porque suman nunca restan.
Por eso hoy tengo un trocito menos, no me salen bien las cuentas, se ha ido
otro pedacito de mi yo y de mi suma. Pero es lo que hay y es lo que toca.
Esto es la puta y dura vida, una sucesión de sumas y restas.
Vuela muy
alto y reparte muchos besos…