Erase una vez un hombre que no era
feliz.
Pese a tener todo lo que cualquier
persona pudiera desear, dinero para vivir holgadamente, una familia que le
quería y se preocupaba de él, un trabajo que un día le colmó de alegría y
satisfacciones, unos amigos que le respetaban y admiraban, pese a todo, él no
se sentía feliz.
Siempre andaba deambulando de un lado
para otro, dando vueltas sin sentido y sin camino.
- No entiendo como otras personas con
muchas menos cosas que yo, se pueden sentir tan dichosas. Solía pensar el
hombre apesadumbrado.
Un día un amigo de su infancia al
cual preocupaba sobremanera el estado anímico de su amigo, le dijo:
-Lo tienes todo para ser feliz y no
lo eres, a que le das vueltas, que te preocupa tanto cuando es tan sencillo
conseguir la felicidad.
El hombre miró a su amigo con incredulidad
y desasosiego
-Que quieres decir con tus palabras
¿Acaso tú conoces la clave de la
felicidad?
El amigo muy tranquilo le respondió:
-Si, el secreto está en las palabras
mágicas
-¿Palabras mágicas? preguntó el
hombre
Y el amigo le respondió:
-Si las palabras mágicas son:
TE QUIERO
GRACIAS
PERDONAME
TE NECESITO
CUENTA CONMIGO
El
hombre le miraba como si no entendiese lo que su amigo le estaba diciendo
El amigo sonrió y siguió diciendo:
Alguna vez en tu vida
Le has dicho a alguien lo mucho que
le querías?
Le has dado las gracias por los
favores concedidos?
Le has pedido perdón por los errores
cometidos?
Le has pedido ayuda en momentos de
necesidad?
Le has dicho estoy a tu lado, cuenta conmigo?
Hasta que no hayas dicho y sentido las
palabras mágicas no vas a conocer la verdadera felicidad.
El hombre miraba a su amigo atónito y
recapacitaba sobre todo lo que este le acababa de decir.
Poco a poco se fue dibujando una
sonrisa en su cara y alargó los brazos para abrazar a su amigo. Y mirándole a
la cara le dijo:
Te quiero, eres un amigo leal
Gracias por tu inestimable ayuda
Perdóname por haberte preocupado
Amigos como tú, son necesarios en la
vida
Cuenta conmigo
siempre.